¡He salido de mi cuerpo!

 


Durante unas semanas he tenido abandonado el blog. No solo él, sino también en parte las redes sociales. E incluso el pasado domingo no se hizo directo. ¿La razón?; necesitaba reiniciar. 

A veces necesitamos descansar la mente para luego retomar la tarea con más energías. Y aquí estamos de nuevo amigos lectores. También os quiero confesar que gran parte del tiempo me lo está quitando el nuevo libro que estoy escribiendo. Estoy muy emocionado y quería compartirlo con vosotros. Quiero hacerlo bien y es por eso que tardará un poco más en salir. Pero merecerá la pena, lo estoy haciendo con el corazón. Es un libro narrado en primera persona y contando desde un principio como es la evolución de la salida extracorpórea y sus increíbles experiencias. Aunque aún es un borrador, quiero compartir contigo, querido lector, uno de los capítulos. Espero que lo disfrutes. 

Un abrazo.

 

 

Una larga noche

 

 

 

 

¿Y ahora qué?... Durante largo rato me quedé sentado en la cama mirando al suelo mientras me sujetaba ambas manos apoyando mis brazos en mis rodillas, lo que sentía en ese momento podría definirse como; estupefacción, confusión, miedo…o todo al mismo tiempo.

Tenía claro que había salido de mi cuerpo, que no era un sueño. He tenido sueños lúcidos durante toda mi vida, y aunque sé que no es tan normal tenerlos, hay otras muchas personas que les sucede lo mismo y disfrutan de esa grata experiencia. Pero que tu energía salga de tu cuerpo, ¡eso ya es otra historia!.

En los sueños lúcidos experimentas la sensación de ser consciente de estar soñando. En esos momentos se vuelve más real aquello que observas y puedes manejar a tu antojo lo que sueñas. ¿Te encuentras en medio de una calle y quieres que algo especial ocurra? Imagina que parte de un circo pasa de pronto por tu lado; elefantes, malabaristas, payasos y un sin fin de personas y animales formando un auténtico elenco que harán las delicias de tu imaginación. ¿Quieres volar como tu superhéroe favorito? Adelante, nada te detendrá, solo tú pones los límites.

Cuando soñamos, siempre se ha dicho somos meros espectadores de una película, ya sea de nuestro agrado o no. La información del inconsciente pasa a ser consciente y por ello hay que tener en cuenta lo que podemos ver. En muchas ocasiones los sueños son terapéuticos, al elevar nuestra consciencia, pasaríamos a tener un sueño lúcido y sucedería todo lo que acabamos de describir. Pero mi pregunta aquella noche intentando reflexionar sobre lo acontecido fue: ¿Y ahora qué?...

Qué hacer con lo que me acababa de ocurrir, si es que tenía que hacer algo.

¿Estoy loco? ¿Es esto acaso lo que le ocurre a una persona antes de tener un brote psicótico? Sabía que no, pero no podía en ese momento descartar nada.

¿Por qué salí de mi cuerpo y me incorporé en forma de cruz? Pensé en la relación de aquella postura y lo acontecido, ¿Acaso tenía que ver aquello algo con la religión cristiana?. Treinta y tres años tenía aquella mujer que me hizo llegar a ese estado de forma involuntaria. Treinta y tres años tenía Jesús cuando fue ejecutado en la cruz. De acuerdo, pensé, ahí estaba la relación. Muy interesante. No sé por qué ocurrió exactamente, pero aprendí que mi mente jugó un papel importante y lo haría desde ese preciso instante. Debería permanecer alerta si mi mente había creado todo aquello.

Me incorporé y me quedé mirando al cielo como aquel que tiene una idea maravillosa, un gran descubrimiento y grita “Eureka”. Un semáforo, eso es. Creé dentro de mi mente un semáforo que me advertiría del estado de mi salud mental. Si está todo correcto pese a futuras experiencias, estaría en color verde. Si algo no funcionara bien o llegase todo a un límite incontrolable o muy desconocido, pasaría a ser de color ámbar y en el peor de los casos rojo. Llegado a ese punto, dejaría de investigar e intentar aclarar lo sucedido aquella noche. Incluso pediría ayuda médica en caso de ser necesario. Tranquilo querido lector, nunca he llegado a ver el semáforo en rojo, aunque sí que podido observar en ocasiones el color ámbar en el disco de mi mente.  

A lo largo de este libro iremos viendo juntos la magnitud de lo que es el plano astral. Mi intención es ir desgranando poco a poco, junto a ti, todo lo acontecido durante estos años. Aquella noche, y pese al shock, decidí hacer una investigación lenta, pero sin pausa, de aquella increíble experiencia.

Rápidamente me dirigí a encender el ordenador. Buscar respuestas era lo más inmediato. Lo encendí y con ello el router que daba conexión a Internet. Después de esperar unos minutos de conexión y aquel típico y molesto ruido, ya estaba conectado. Mis dedos empezaron a teclear las palabras que se me ocurrían:

 

P-L-A-N-O A-S-T-R-A-L

F-U-E-R-A D-E-L C-U-E-R-P-O

F-O-R-M-A D-E C-R-U-Z

 

Actualmente podría poner cientos de palabras para buscar, pero aquella noche y sin ningún tipo de experiencia, no supe que más poner, pues apenas tenía información al respecto.

Aquella primera y rápida búsqueda (PLANO ASTRAL) no me resulto demasiado clarificadora, todo lo que encontraba relataba viajes de fantasía, con historias fantásticas plagadas de seres increíbles, acompañados de bellas ilustraciones, donde también había cabida a hermosos ángeles volando sobre los cielos.

La segunda búsqueda (FUERA DEL CUERPO) arrojó información que me parecía muy diferente a lo que me había sucedido. No me identifique con todo aquello que internet me ofrecía. Claro que estamos hablando del año 2005.

Me resultó altamente curioso mi última búsqueda (FORMA DE CRUZ). Después de unas horas, llegué a un foro donde alguien relataba su experiencia. Lo contaba de forma natural, eso era lo que buscaba. Una chica relató exactamente lo que a mí me había sucedido. Salió de su cuerpo. Percibió altas vibraciones y un fuerte zumbido. Terminó su salida con los brazos estirados en forma de cruz.

Había más personas como yo. No sería fácil encontrarlas y hablar con ellas, pero lo haría. Ahora sí tenía claro lo más importante: No estaba loco…No estaba solo.

 


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